Claves del cambio de modelo en el sector telco

Claves del cambio de modelo en el sector telco

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El sector telco no es ajeno a los grandes cambios que la sociedad ha venido sufriendo durante estos últimos años. Al convulso panorama internacional se unen también los retos que plantea un horizonte tremendamente competitivo, los precios de la energía (y el consiguiente impacto en la inflación) o el imparable avance de las nuevas tecnologías, que están disparando las expectativas de un usuario ávido de nuevos servicios más veloces.

Uno de los mayores retos a los que se enfrentan las operadoras en 2023 es cómo hacer frente al impacto de la inflación, muy especialmente por el aumento de los costes de la energía, y el modo en el que van a reaccionar respecto a las potenciales subidas de precios: si estas se van a trasladar a los clientes finales, cómo y en qué medida.

Todo esto se enmarca en un mercado que ya está poniendo a prueba la capacidad de aguante de los accionistas, que esperan recibir un retorno a sus inversiones, sin olvidar la necesidad de generación de nuevos servicios que sean la clave de nuevas fuentes de ingresos en el futuro.

Durante los últimos años hemos observado como las operadoras de comunicaciones han hecho una inversión importante para maximizar el despliegue de conexión de fibra óptica. Además, diferentes actores o empresas de telecomunicaciones se han ido uniendo progresivamente en el despliegue de nuevas tecnologías móviles, como es el caso del 5G, con el objetivo de hacer frente a la creciente demanda de consumo de datos inalámbricos por parte de los clientes.

Se espera un importante crecimiento de la tasa de tráfico en banda ancha móvil durante los próximos tres años

Pedro Irujo

Bajo este panorama, podríamos identificar los cuatro principales desafíos a los que se enfrentarán los operadores durante el próximo 2023.

Financieros. En un mercado altamente competitivo —con tipos de interés en fuerte alza, una inflación disparada fruto del aumento de los costes de la energía—, el horizonte es muy desafiante. De hecho, se esperan unos márgenes y unos retornos sobre la inversión aún más estrechos por parte de los accionistas de las operadoras. Esta situación puede desencadenar en un frenazo de la inversión en redes e infraestructuras para proteger los ya maltrechos márgenes de beneficio.

Infraestructura. Estamos viviendo un cambio de paradigma de la demanda de conectividad de los consumidores, que tiende hacia un mayor uso de la banda ancha móvil: se espera un crecimiento de la tasa de tráfico en torno a 4,5 veces durante los próximos tres años, con respecto a los valores actuales. De este modo es evidente la necesidad de incrementar la ratio de penetración de nuevas soluciones móviles, como son el 5G y el WiFi 6, lo que va a obligar a las operadoras a asumir una mayor inversión para incrementar la huella de cobertura. Además, a lo largo de 2023 la demanda de conectividad multicloud estimulará el lanzamiento de nuevas soluciones.

Servicios. El 5G es el futuro de la conectividad. Las aplicaciones de esta red a nivel social y empresarial tienen la capacidad de cambiar los paradigmas establecidos. Es cierto que el sector de las telecomunicaciones es un motor estratégico del crecimiento económico, que potencia la diversificación de la estructura de creación de riqueza y fomenta el empleo acelerando los cambios económicos. El desafío para el 2023 para las operadoras radica en liderar este cambio, a través de nuevos servicios (por ejemplo, alrededor del metaverso, aunque no serán rentables hasta dentro de varios años) y de una mayor accesibilidad.

Esto permitirá la capitalización de todas estas infraestructuras mediante nuevas ofertas de servicios dinámicos y complementarios que supondrán una fuente de ingresos incremental. Además, deberán seguir trabajando para levantar nuevas sinergias y hallar los servicios más rentables sobre el escaso espectro móvil disponible.

Seguridad. La creciente demanda por servicios asociados a cloudbig data, IoT, edge computing, realidad aumentada y streaming deriva en un mayor nivel de riesgo y de la necesidad de contar con un mayor control sobre los datos. Por esta razón, las operadoras deberán trabajar en el 2023 con el objetivo de incrementar su portafolio o para brindar a los usuarios servicios novedosos, pero también para asegurar el control y la capacidad de gestión de los datos de sus clientes.

Fusión entre Orange y Másmovil

Este será un proceso que marcará el futuro del mercado de las telecomunicaciones en España. Además, una vez que Bruselas apruebe esta fusión, se enmarca en el proceso de racionalización y consolidación del sector en un mercado que se podría tildar como el más competitivo de Europa. Este hecho fomentará aún más la competitividad, teniendo en cuenta la adquisición de nuevos usuarios y la búsqueda de nuevos servicios que cimenten una fuerte vinculación y fidelización de sus clientes.

Hay que tener en cuenta que la percepción de concentración real en el mercado puede quedar disipada para el cliente final, en el caso de que Orange y MásMóvil continúen con su actual estrategia multimarca focalizada en servicios para nichos concretos del mercado. Este escenario permitirá que la competencia pase al plano de servicios de valor añadido, sobre el cual veremos un cambio especialmente importante en el mercado de empresas.

En 2026, el 5G habrá alcanzado una penetración del 69% y empezaremos a ver redes inteligentes basadas en 6G

Pedro Irujo

En los últimos años hemos visto como las principales operadoras de telecomunicaciones se han ido desligando de su componente de infraestructura (a través de la venta de activos) y han potenciado su apartado de digitalización y reestructuración del portafolio de servicios.

Esto les ha permitido ofrecer soluciones integrales que van desde el componente de seguros, energía, salud, comunicaciones unificadas y seguridad. Esto se debe en gran medida a la búsqueda de una ventaja competitiva: o eres diferente o tienes que basar tu valor en el precio.

También es relevante reseñar que, en función de los diferentes mecanismos legales impuestos por Bruselas, los operadores de “segunda liga” pueden tomar una mayor relevancia en ciertos mercados locales en los que actualmente están operando.

El año del 5G

Definitivamente, 2023 será un año clave para el desarrollo y adopción de 5G. Por un lado, los dos principales componentes de esta tecnología a corto y medio plazo serán la infraestructura —orientada a la cobertura o a la accesibilidad— y los bloques de servicios.
Además, en un futuro muy cercano nos encontraremos con una mayor cobertura de este tipo de tecnología, cubriendo no solo las principales ciudades de España sino también zonas industrializadas del extrarradio y, posiblemente, municipios en los que históricamente ha sido complicado llegar por medio de comunicaciones fijas.

A nivel de servicios, nos encontraremos con algunas soluciones que ya han ido tomando forma a través del desarrollo de algunos pilotos en ámbitos como el smart cities y lightning. Las denominadas ciudades inteligentes constituyen una visión holística de una localidad que aplica las TIC para la mejora de la calidad de vida y la accesibilidad de sus habitantes, asegurando un desarrollo sostenible, económico, social y ambiental. Esto es algo que iremos viendo de forma progresiva.

En el medio plazo sí podremos ver una cobertura más generalizada del 5G. De hecho, se espera que para el 2026 se haya alcanzado una penetración del 69% y, además, empezaremos a visualizar nuevas redes inteligentes basadas en el 6G.

Esa mayor cobertura permitirá un crecimiento exponencial en cuanto a los nuevos servicios. Del mismo modo, permitirá asumir nuevas demandas de conectividad debido al aumento de dispositivos conectados que están por llegar, que podrán disfrutar de periodos de latencia y capacidad de computación mucho más exigentes que los actuales. Además, estarán vinculados a sectores con mucho potencial de mejora, como pueden ser la agricultura, logística y delivery, tráfico, telemedicina y teleeducación.

Desarrollo de la regulación y el sector telco

Otro de los temas importantes es el relacionado con las peticiones que están realizando las grandes empresas de telecomunicaciones para que las grandes tecnológicas paguen por el uso de las redes.

Este es un tema que se tendrá que resolver en un breve espacio de tiempo. En la actualidad vemos como las empresas de tipo OTT (over the top), como pueden ser Netflix, Google o Meta, son lo que se están quedando con los márgenes más importantes sobre la cadena de valor de los servicios de telecomunicaciones.

Mientras tanto, la inversión y el gasto en infraestructuras se ha realizado, y se sigue realizando, por parte de las operadoras. Esta asimetría es absolutamente insostenible, especialmente en un sector históricamente deflacionista.

Las previsiones a corto y medio plazo apuntan a que el regulador deberá establecer un marco de actuación de estos jugadores que permita competir en igualdad de condiciones y, de este modo, incentivar la penetración de las nuevas tecnologías y el despliegue de nuevos servicios avanzados. Este será el modo de que las operadoras sigan realizando las importantes inversiones que vienen dedicando para acelerar y mejorar las infraestructuras de comunicaciones (5G, IoT, 6G, etc.) que, recordemos, son la base que permiten el lanzamiento y prestación de dichos servicios.

En este sentido, cabe destacar también que la consolidación del mercado de las telecomunicaciones en España, también necesaria en Europa, permitirá competir en términos de escala contra EEUU, Corea del Sur o China. Además, hay que tener en cuenta que estos países poseen la relevante ventaja de tener un único regulador, mientras que en Europa tenemos que coordinar a 27 entidades reguladores con normativas dispares.

En esta línea, animamos a que la Comisión Europea de Telecomunicaciones tome un rol más activo orquestando una misma norma aplicable en todos los países miembros. Esto fomentará la inversión en el sector y evitará que se pueda perder el tren de la digitalización del sector empresarial en Europa.

Artículo publicado previamente en Digital Biz